Ilustracion Brady
Obdulio Duparol
Esta conversación entre dos señoras de cierta edad la escuché ayer a la salida de un supermercado miamense:
Esterlina: ¿Te enteraste? ¡Dentro de poco nos podremos vacunar contra el Covid!
Rubinelda: Sí. Eso me tiene de lo más preocupada.
Esterlina: ¿Por qué? No me digas que le vas a coger miedo al pinchazo.
Rubinelda: No, no es eso. Es que no sé cuál de las dos me va a tocar.
Esterlina: Pues me imagino que sea la que le pongan a todo el mundo, ¿no?
Rubinelda: La cosa no es así. Ya aquí tenemos dos vacunas, la Pfizer y la Moderna.
Esterlina: ¡No me digas! ¡La verdad que este país está adelantado! ¡Ya tenemos vacunas para escoger!
Rubinelda: Es que no sé si uno podrá escoger la vacuna que más le guste…
Esterlina: ¡Ah, no! ¡Aquí vivimos en democracia! ¡Nadie te puede obligar a ponerte una vacuna que no te guste! Aunque con el nuevo presidente comunista éste uno nunca sabe. ¿Cómo me dijiste que se llaman las vacunas?
Rubinelda: Pfizer y Moderna.
Esterlina: ¡Pues yo voy a exigir que me pongan la Moderna! ¡Yo no vine a este país a ponerme algo que no sea lo último en vacunas!
Rubinelda: Es que las dos son más o menos iguales.
Esterlina: Ah, bueno. ¿Y no hay otra?
Rubinelda: Sí, hay una rusa…
Esterlina: ¡No mija! ¡De los bolos no quiero ni las gracias!
Rubinelda: …y dicen que va a haber una cubana a mediados del año que viene.
Esterlina: ¿Ah sí…? Pues mira, ésa me cuadra, porque yo quiero ir a ver a tía Nena en Camagüey en julio. A lo mejor me la pongo allá.
Rubinelda: Entonces, ¿la Moderna…?
Esterlina: ¡Me pongo las dos, chica! Una para el virus americano y la otra para el cubano. ¡Nadie va a estar más protegida que yo en esta ciudad!
Juro que eso fue lo que escuché. Literalmente.